6.8.17


El azul.

Arriba nuestro, descansa.
Se asoma para contemplarnos desde las alturas.
Pero a veces un grupo de nubes se ponen de acuerdo para ocultarlo.
El azul, lucha mostrándose en cada parte que vemos.
Muy cerca aparece mojando al paisaje de la costa.
O sin querer se presenta llenando de color pálido algunos lugares.
La mar quiere verlo reflejado con diversos tonos.
Se mueve y se ve más o menos con intensidad.
Las olas se apuran para volverse un azul muy variado.
Los ojos se asombran al percatarse de su claridad.
Sabemos de su asignación de frío.
Claro, vuelto color puede comportase de esa manera.
El azul es elegante y refinado.
La vestimenta también se aprovecha de ese matiz.
Incluso pantalones con la asignación de mezclilla lo portan siempre.
Las camisas azules se llenan de masculinidad.
Porque eso dicen, que es su mayor representación.
En el ágil vuelo de muchos insectos se deja tocar.
Es bello ver cuando alguna mariposa dotada con un diseño azul se hace presente.
También, algunos pájaros que por su color nos asombran.
Parecen de mejor constitución verles volar envueltos en el azul.
Compite, cada día, con la claridad amarilla de la mañana.
Porque sabe que la tarde se posesiona de ese matiz para lucirle.
Las flores también quieren mantener ese llamativo color.
Y que decir de los coches que parecen brotar de la tierra.
La velocidad es azul porque queremos identificarnos con ésta.
Cuando falta el aire nuestro cuerpo se emociona con él.
El azul sirve para teñir los párpados de señoras encumbradas.
Pienso que el aire que respiramos tiene su toque de azul.
Y hay rayos que poseen la propiedad de ser azules.

La suerte del azul es que no podemos ni queremos prescindir de su coloración.

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