17.7.17


¡Entre el calor y un cierto frío!


En este lugar donde habito se desarrolla algo de inestabilidad.
A veces sentimos frío o viento acompañado de humedad.
Otras la lluvia moja cada rincón del lugar.
También la neblina juega con el paisaje y lo esconde.
Por lo general, la noche se enfría para hacer que se pueda dormir.
El sol mañanero se va calentando con cierta pereza.
En las tardes se aprecia una brisa que pone a los arboles un poco alborotados.
Y como no esperado, un fuerte viento se presenta arrastrando hojas y ramas.
Llenando de sus vestigios todo el jardín.
El río desde lejos se hace sentir gritando su paso.
Los animales que pueblan esporádicamente el sitio, se dejan ver fugaces.
Mariposas que se apuran lucir sus colores para asombrarnos.
Azules vibrantes y blancos y negros con rojo llamando la atención formal de un 88.
El paso apurado de transeúntes y coches, que ronronean dejando olores nada agradables.
Las mañana refrigeradas empañan los cristales de los ventanales.
Después comienza a ceder ese fresco que hace amanecer al día.
Las cobijas no quieren perder el calor del cuerpo, que han vigilado toda la noche.
La casa aguarda los cambios climáticos y los asimila con cuidado.
Dentro de ella, el frío o el calor se esconden para mostrarse en su totalidad.
Por lo general, el calor es rechazado y no se queda como parte de una vista.
El frío, sin embargo es casi dueño del lugar.
Sabe que puede protegerse con el cierre de la estancia y los abrigos que le acompañan.
Lo raro es que en tiempos de calor éste brilla por su ausencia.
Y por lo general el frescor de cada instante se presenta para dejar dicho, aquí estoy.
Y no se va tan fácil, quedando para mantener un clima fuera de su tiempo.
Diría que es más lo fresco que se posesiona durante una buena parte del día.
Al calor le da pena y se marcha.
No se si será un arreglo entre estos dos estadios climáticos.
A lo mejor, para mantenerse solo uno de ellos.
Y ser el dueño del ambiente que preferimos.
Lo real es que dentro de la casa es el frío quien domina el estar.

Claro que entre los dos, pasan muchos aconteceres, que hacen del lugar un disfrute.

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